Magrite

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¿No se caen estos señores?

sábado, 2 de abril de 2011

El mundo es un lugar mucho más amable de lo que parece

Las cosas no son como nos las han contado.

Una mañana de enero el dictador de Egipto se deslizó por la vertiente de una pirámide como si de un tobogán se tratase y mientras descendía a toda velocidad se iba volviendo una buena persona; por eso no hizo falta que miles de egipcios salieran a la calle del Cairo y se atreviesen a dormir con la cabeza entre las ruedas de los tanques para evitar que estos arremetieran contra la gente. El dictador de Egipto se marchó enseguida reconociendo ante los medios que había abusado del poder durante muchos años y que su país se merecía algo mejor.







Gadafi no ha roto un plato en su vida. Una tarde de febrero deicidió repartir entre los libios toda la pasta que había conseguido gracias al petróleo y se fue a vivir a una jaima en el desierto. Se puso una nariz de payaso para demostrarle a todo el mundo que lo único que quería ser en la vida era un bufón, pero un bufón bueno. Ahora Libia es un país democrático. Encabeza el avance hacia la democracia de los países árabes. Cuando se enteraron, los camellos de las tribus se pusieron tan contentos que una noche los vieron bailando sobre dos patas y entonando canciones de Edith Piaf.




Japón fue arrasado por una ola de buen rollo. Todos sus habitantes se sintieron eufóricos mientras duró y lo recordarán siempre. Se reían por tonterías como si estuviesen borrachos. No se recuerda un tsunami así en los últimos cien años de la historia del país nipón.




Al día siguiente desaparecieron todas las centrales nucleares del país y en su lugar nacieron campos de sandías. Al abrirlas sonaba "Watermelon fields forever" de los Beatles: no era de extrañar, pues tenían radiactividad por un tubo.




Y en fin, todo lo que nos han contado estos meses es mentira. Solo era un susto. Una broma. El mundo es un lugar mucho más amable de lo que parece.

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